Hoy nos toca adentrarnos en el mundo de la inteligencia emocional y, antes que nada, me gustaría compartir con ustedes qué significa y cómo es para mí el sumergirme en el mundo de mis propias emociones. Primero que nada, no está de más dejar en claro que las emociones no son buenas ni malas, se manifiestan para mostrarnos algo, para darnos algún mensaje y tenemos que ser capaces de escuchar, traducir y entender lo que nos están queriendo decir. A las emociones hay que gestionarlas, no se trata de reprimirlas o de no reaccionar, al contrario, hay que permitirse sentirlas y entenderlas.  

El camino del autoconocimiento es un camino arduo y a la vez maravilloso que no tiene fin, y el desarrollo de la inteligencia emocional también, cada día podemos ser mejores en el terreno emocional, es cuestión de práctica, adiestramiento personal y, sobre todo, conciencia. Mucha conciencia. El problema actual es que queremos todo rápido, una pastilla, una pócima o receta que resuelva nuestros conflictos y nos haga sentir mejor. Vivimos en piloto automático, viviendo el día a día igual a ayer, volcándonos solamente en lo que pasa ahí afuera, olvidándonos de nosotros mismos; conectados a todas las redes sociales que existen y totalmente desconectados de nosotros mismos, de lo que nos pasa, de lo que sentimos, la misma rutina que nos termina consumiendo y alienándonos, volviéndonos robots, sin darnos la mínima posibilidad de descifrar lo que esta pasando en nuestro mundo interior

El trabajo con el mundo de las emociones no es tarea fácil, muchas veces no nos permitimos darle espacio a la emoción por el hecho de no querer sentirnos vulnerables, es importante que aprendamos a no temer a la vulnerabilidad, te invito a sacarle esa connotación negativa y entender que la vulnerabilidad es la condición que nos hace humanos, es decir, no somos robots, estatuas y menos rocas, somos personas que sienten, la vulnerabilidad es parte de la vida y del Ser Humano. Para lograr sumergirnos en nuestro mundo emocional es necesaria una buena dosis de voluntad y compromiso con uno mismo. La voluntad y el compromiso son los dos ingredientes fundamentales que me permitieron profundizar y conocer el mundo de mis emociones. Tener la voluntad, el querer entrar a ese lugar que, muchas veces, no es agradable y preferimos correr o escapar antes de tener que adentrarnos a sentir lo que nos pasa. La mayoría de las veces pensamos que es “más fácil” hacer caso omiso y guardarlo todo “en el armario” solo que, al tomar esta decisión, no tenemos en cuenta que ese armario tiene un tope y de repente llega ese día en donde ya no cabe más nada y revienta.

Es por eso por lo que cada vez es más necesario, tanto en el terreno personal como profesional, el permitirse un espacio de conexión con uno mismo para entender lo que nos pasa internamente y poder gestionar de la mejor manera nuestras emociones, de lo contrario somos pequeñas bombitas en potencia que con cualquier estímulo vamos explotando por la vida y con las personas que menos merecen esos estallidos de furia.

En mis años de experiencia como psicóloga, terapeuta y consultora me encontré con una realidad, muy pocas personas saben como gestionar sus emociones, más aún en momentos de crisis. La falta de control de impulsos es la razón número uno de los fracasos de los líderes, ya que pierden los estribos dejando efectos negativos en el equipo y en el clima laboral.  Es por eso que hoy en día, y más que nunca, se habla de Inteligencia Emocional en las organizaciones, ya que se convirtió en una capacidad clave y necesaria a la hora de liderar con éxito a un equipo o a una organización. Es crucial también que cada colaborador que conforma la organización desarrolle esta capacidad que tiene que ver con gestionar las propias emociones para optimizar su performance y contribuir con su Toque Humano a mejorar el ambiente laboral donde se desenvuelve. 

Así pues, la Inteligencia Emocional tiene que ver con esa capacidad de reconocer las propias emociones y también las de los demás, de entablar relaciones adecuadas con los que nos rodean y con la automotivación. Es importante tener en cuenta que, además de ser seres racionales y tener un buen coeficiente intelectual, somos también seres emocionales que para poder llegar al éxito necesitamos desarrollar un alto coeficiente emocional

“Para los líderes de primer nivel entre el 80 y 90% de las habilidades pertenecen al dominio de la Inteligencia Emocional”

Daniel Goleman

Por lo tanto, para que un líder se desempeñe con éxito y pueda aportar su Toque Humano a la organización, debe ser emocionalmente inteligente y hábil en el manejo de las relaciones intra e interpersonales.

La buena noticia es que las habilidades emocionales, así como las cognitivas, se aprenden y para llegar a ser emocionalmente inteligentes necesitamos desarrollar, cómo mencionábamos anteriormente, la inteligencia intrapersonal, que tiene que ver con la capacidad de acceder al propio mundo emocional y la inteligencia interpersonal, que tiene que ver con la capacidad de comprender, reconocer y relacionarse adecuadamente con los demás. 

Para poder actuar con Inteligencia Emocional con el otro debemos, primero, practicarla con nosotros mismos y gestionar nuestras propias emociones. Muchas veces pasamos de largo de la emoción, sumergidos en la rutina del día hasta que llegamos al final de este, sin saber que nos pasa y reaccionamos de manera reactiva a lo que sucede. Para evitar llegar al final del día con el huracán o torbellino de emociones sin definir te propongo realizar el siguiente ejercicio: 

  1. Páralo todo, deja todo lo que estés haciendo a un lado y adopta una postura cómoda.
  2. Haz tres respiraciones profundas que te permitan conectarte con la emoción, aunque esta sea desagradable, ten una conversación interna que te permita entender qué te esta pasando.
  3. Identifica en qué parte del cuerpo se aloja la emoción que estás sintiendo: algunas veces puedes sentirla en el pecho, en la boca del estómago, en la garganta, se tensionan los hombros, incluso en la cabeza.
  4. Acepta la emoción, dale la bienvenida; ya sea esta desagradable o no, hay que abrirle la puerta, dejarla entrar y, desde ahí, aceptando la emoción tal como es, decidir qué hacer con ella, cómo procesarla. 

Este ritual que no te llevará más de cinco minutos y te permitirá gestionar de manera adecuada tus emociones y desarrollar una mejor Inteligencia Emocional. Esta capacidad de identificar las propias emociones, entender lo que pasa internamente, nos permite regularlas o gestionarlas de manera asertiva, lo que repercute directamente sobre la capacidad que tenemos de automotivarnos, con el optimismo y la iniciativa. Por otro lado, en cuanto a las habilidades sociales se refiere, la clave se encuentra en el desarrollo de la Empatía, esa capacidad de ponernos en el lugar del otro nos permite comprender las emociones de los demás y mantener un adecuado relacionamiento con los que nos rodean. Entonces, ¿cuáles son los principales aspectos por desarrollar para convertirnos en seres “Inteligentemente Emocionales”? Son la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y habilidad social.

El desafío actual de cada líder de equipo o de organización es la de desarrollar plenamente su coeficiente emocional, de manera que pueda aportar su Toque Humano a la misma a partir de la capacidad de comprender, manejar y gestionar las propias emociones, a la vez que facilita adecuadamente las relaciones interpersonales entre sus colaboradores.  Desde CASANOVAS Human Touch animamos y acompañamos a líderes de organizaciones en este desafío, para que puedan desarrollar todo su potencial, convirtiéndosé así en Líderes Emocionalmente Inteligentes que logren llevar a su organización al siguiente nivel. 

Rocío Carrillo, Consultora